El auténtico Holandés Errante.

Si hay una leyenda famosa entre marinos de medio mundo, esta es la del Holandés Errante. Una leyenda que ha logrado sobrevivir durante generaciones, infundiendo terror y respeto entre aquellos que la contaban. Desde el siglo XVIII existen historias de marineros intrépidos, en las que se aseguran haber avistado al temido buque fantasma, pero, ¿qué tanto de real tiene esta fantasmagórica leyenda marina?


Aunque la leyenda apareció por primera vez publicada en 1821 en una revista británica, hoy se sabe que la historia es más antigua. Lo que se consiguió con aquella publicación, fue hacer más grande y conocida una leyenda bastante extendida entre marinos de todo tipo, publicándose también en 1832 un relato por parte del escritor August Jal, además de una ópera de Richard Wagner en 1843. Sin olvidar el boca a boca, toda aquella difusión convirtió al Holandés Errante en un auténtico fenómeno mito.

La conocida leyenda nos narra la historia de un gran buque de varios mástiles y grandes velas, capitaneado por un orgulloso y obstinado capitán conocido con el nombre de Van Der Decken, navegaba cruzando el Cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica) cuando una fuerte tormenta los sorprendió. Ante la peligrosidad de seguir avanzando hacia la tormenta, sus marineros intentaron convencer al tozudo capitán de que lo mejor era buscar refugio en algún puerto cercano, mientras el temporal no amainara. El capitán Van Der Decken se negó en rotundo y obligó a la tripulación a seguir navegando, mientras se burlaba de todos ellos asegurando no tenerle miedo a nada ni nadie. 

Con el tiempo totalmente en contra, el capitán retó al mismísimo Dios a que se atreviese a hundir su barco. Es en ese instante cuando una luz intensa apareció en la cubierta frente a todos. De esa luz se intuía una figura humana, a la que el capitán, ni corto ni perezoso, abrió fuego con su arma a la vez que gritaba: “¿Quién quiere un viaje tranquilo? ¡Yo no!. Desaparece ahora mismo o te volaré la tapa de los sesos”. A dicha amenaza, la figura contestó con una maldición: “Hiel será tu bebida y hierro candente tu comida. De tus tripulantes tan solo te acompañará un grumete, al cual le nacerán cuernos, hocico de tigre y piel de perro marino. Y a los navegantes que avisten tu buque, les traerás la muerte, pues te convertiré en el espíritu maligno de los mares”.

Desde entonces, los demás barcos sabrían de su llegada únicamente cuando el agua y las legumbres de las bodegas se pudrieran, así como el vino se agriara. Nadie o muy pocos escapaban a la tiranía de su maldición, que haría estremecer al más osado de los marinos por cientos de años. Pero lo curioso de todo, es que la leyenda podría tener una base real.


En el siglo XVII existió un barco capitaneado por un tal Bernard Fokke, que trabajaba para La  Compañía Holandesa de las Indias, transportando mercancías desde Java hasta Rotterdam y con fama de extraordinario marino. Fokke había realizado viajes a gran velocidad e, incluso, era capaz de aplicar mejoras diseñadas por el mismo a su navío. Pero allá por aquel siglo su barco y toda su tripulación, se esfumaron y ya nunca nadie los volvería a ver, justo hasta 30 años después de su muerte oficial, pues entonces llegarían reportes de avistamientos de su barco, navegando como el primer día. 


El éxito de Bernard Fokke no estaba exento de envidias y fue justo en el momento de su desaparición, cuando las habladurías empezaron a plantear que Fokke tenía un pacto con el diablo, con el que hubiera conseguido aquella superioridad técnica y habilidades. De esa manera algunos llegaron a plantear que el mismísimo diablo habría reclamado su parte del contrato, algo que explicaría su teóricamente inexplicable desaparición.

Ya ves que la leyenda del Holandés Errante se inspira en una historia real, que tal vez debido al paso del tiempo, el boca a boca y los odios y envidias que algunos tuvieron a su capitán, motivaron ciertas exageraciones que lo presentaban como poco menos que un ser maligno al acecho de víctimas, capaz de portar la mala suerte a quien se cruzará en su camino.

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