De Samurai a Rõnin.

La historia esta plagada de grandes e ilustres personajes, pero también existen figuras elevadas al estatus de leyenda. Figuras en forma de guerreros honorables que un tiempo fueron respetadas e importantes en la historia. Los Samurai siempre fueron unos personajes que me interesaron y que me atrajeron. Su aspecto, estilo de vida, su sentido del honor, su forma de luchar... e incluso en su fracaso donde algunos eran degradados a vagabundear sin amo, ni más objetivo en la vida que sobrevivir por cuenta propia son aspectos que hacen a los Samurais personajes muy interesantes. Por ello he querido hacer un repaso rápido a que fueron esos Samurai y que llevaba a algunos de ellos a convertirse en Rõnin.


LOS SAMURAI.

La palabra Samurai vendría del verbo japonés antiguo sarabu, que significaría <servir> y del que derivaría al término saburai, traducido como <aquellos que sirven>. Realmente se tiene constancia de que se empezó a utilizar el termino Samurai allá por el siglo VIII, aunque entonces se utilizaba para describir a los sirvientes que normalmente se encargaban de las personas más ancianas. Su significado militar no se empezó a aplicar hasta el siglo X, en pleno Japón feudal, siendo unos siglos después en el siglo XII cuando alcanzaría su mayor plenitud.

Los Samurai, tal y como los conocemos, tuvieron un origen humilde, siendo a partir del siglo VIII cuando varias guerras y enfrentamientos con China y Corea, obligaron el emperador de la época y sus descendientes, a establecer que todo funcionario y militar del Imperio debía instruirse en las artes marciales. Años después se decidiría que cada militar formara parte de una unidad distinta cada año, mientras el resto del tiempo trabajaba en el campo, compartiendo por tanto las labores agrícolas con las de guerra. En aquella a los Samurai se les distinguía no por portar espada, si no por manejar el arco y las flechas, arma que dominarían. Aquello no acabó de funcionar lo suficiente, por lo que al final se decidió que fueran los diferentes señores locales, de clanes diferentes y sus ejércitos los que representaran la primera línea de defensa dentro del Imperio. Fue en ese instante, ya en pleno siglo X, cuando los Samurai empezarían a parecerse más a lo que popularmente hoy conocemos, dejando el arco para cuando guerreaban a caballo, pasando a dominar el arte de la katana, símbolo inequívoco del Samurai y considerada “su alma”. Sus características armaduras, que fueron evolucionando a algo más manejable en batalla, eran hechas de planchas de metal y cuero y se denominaban Yoroi. Un Yoroi podría llegar a pesar cerca de 30 kilos. Los Samurai se convertirían en importantes defensores del Imperio como guerreros de élite, obteniendo a su vez favores del Emperador.

A partir de ese momento los Samurai vivirían en un largo y constante periodo de conflicto, sobretodo interno con luchas de poder entre diferentes clanes, de los cuales sus señores harían marchar a la guerra entre ellos a sus Samurai. Entre tanto el Imperio y su emperador, cada vez más situado como una mera figura política poco dominante, se encargaría de combatir enemigos externos dentro y fuera del Imperio como a Mongoles, Chinos y Coreanos.

Poco a poco la figura del Samurai empezó a tener mayor importancia, hasta el punto de dejar en segundo plano al mismo Emperador, acaparando privilegios sociales y convirtiendo a sus familias en importantes linajes. Incluso un Samurai llegó a convertirse en Shõgun, algo así como general del ejército, aunque también los Shõgun llegaron a ser los máximos gobernantes del país, pese a que la primera autoridad sobre el papel fuera el Emperador.

Los Samurai vivirían momentos de esplendor tras sus orígenes humildes, pero llegó un momento en la que su luz empezaría a apagarse. Fue a partir del 1600 cuando se empezó a limitarles privilegios, así como los combates entre Samurai y la práctica de artes marciales. La modernización de Japón llevada a cabo por el Emperador Meiji, que abrió Japón al exterior terminó por casi extinguir la figura tradicional del Samurai, reubicando a muchos de ellos en la élite administrativa y política del país.

Durante ese periodo de decadencia muchos Samurai se vieron obligados a volver a sus orígenes rurales y artesanos, mientras que otros vivirían del bandolerismo convertidos en Rõnin, Samurai sin amo.


LOS RÕNIN.

Toda la solemnidad, respeto y honorabilidad que despertaban los Samurai, desaparecería en cuanto se convertían en Rõnin. El término significa <vagabundo>  o <hombre errante como una ola en el mar>, porque justo cuando un Samurai perdía a su amo, por morir este, caer en la ruina económica o serle retirada la confianza por deshonrarlo, a dicho Samurai solo le quedaban dos opciones que eran o practicarse el seppuku, también conocido como harakiri, que consistía en un ritual de suicidio donde el Samurai dejaba un poema de despedida, para después desentrañarse de forma voluntaria el vientre, rajándose con una daga o renunciando a su estatus convirtiéndose en un Rõnin, un antiguo Samurai degradado a vagabundear sin amo. Quién optaba por la segunda opción vivía en deshonor, algo que también afectaba a su familia que era desposeída de sus propiedades y cargaba el resto de sus días con la misma vergüenza y deshonor. Muchos de estos Rõnin se pasaban la vida simplemente recorriendo el país o vagabundeando o, como en otros muchos casos, practicando la piratería y otros tipos de crimen.

Los Rõnin portaban dos espadas y alguno de ellos se convirtió en toda una leyenda de la cultura japonesa. Algunos se convertían en Rõnin pero otros nacían ya como tal. De hecho el estigma de Rõnin se heredaba de padres a hijos, aunque estos tenían la posibilidad de renunciar a ello. Muchos otros Rõnin se pasaban la vida intentando recuperar su honor para volver a forma parte de un clan que les permitiera recuperar su dignidad de Samurai. Pero esto no era lo más común, pues solo los muy talentosos tenían esa suerte, ya que ningún clan quería verse afectado por la estela de deshonor y vergüenza que arrastraban los Rõnin. De hecho una practica habitual de los señores feudales de la época, era aprovechar esa aspiración de algunos Rõnin para asignarles una serie de misiones peligrosas que, tras acometerlas con éxito, nunca eran recompensadas con su reintegración a la orden Samurai por una serie de excusas, con las que dicho señor se escudaba siempre negándoles tal promesa.

Justo en el fin del esplendor de los Samurai, algunos Rõnin tuvieron un importante protagonismo luchando como rebeldes, contra el Emperador que trajo la modernidad a Japón a partir del 1600 en adelante. Ante esas revueltas finalmente el Imperio se supo defender e imponer.


MUJERES SAMURAI.

Aunque a los Samurai se les identifica como hombres, también las hubo mujeres que llegaron a ocupar importantes posiciones de poder. Algunas de ellas pasaron a ser auténticas leyendas que en antiguos poemas las situaban al frente de importantes batallas y guerras. Aún con ello con el tiempo fueron siendo apartadas de la primera línea de batalla, aunque no dejaron de formarse como tal practicando artes marciales de ataque y autodefensa. Su arma característica era el kaiken, un puñal que les servía a su vez para practicarse su propio seppuku, que para ellas se conocía como jigai y que solo se diferenciaba en que en lugar de rajarse el vientre, ellas se rajaban la garganta. 


EL RECUERDO DEL SAMURAI.

Tras los cambios sufridos en el país las familias que descendían de Samurais se vieron relegadas a simples figuras legendarias, aunque su forma de vida, sentimiento de honor y lealtad se siguió practicando y estudiando gracias a las doctrinas del bushidõ, el código ético que seguían muchos Samurais en los que entregaban sus vidas a la lealtad y el honor hasta la muerte.

Pese a que la figura del Samurai desapareció tal y como era en la época feudal, durante la Segunda Guerra Mundial se tiene constancia que en el ejercito japonés participaron Samurais.


Hasta aquí este pequeño repaso a esta importante figura militar y social que representaron los Samurai en la cultura japonesa y que, hoy en día, continúa siendo admirada y seguida a través de historias, leyendas, novelas y el cine que nos teletransporta a épocas antiguas donde el honor y la lealtad estaba por encima de todas las cosas.

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