Eterno, el ocaso del héroe.

CAPÍTULO 1: EL OCASO DEL HÉROE.


Esta es la historia de uno de los héroes más importantes que pudo tener jamás la humanidad. En la historia tan solo unas pocas personas nacieron con un don, una habilidad especial y extraordinaria que les hacían únicos. En ocasiones tan solo fueron un puñado en todo el mundo, en otras ninguno. Fuera lo que fuera, esas personas especiales, únicas y extraordinarias existieron en momentos puntuales de la historia de la humanidad.

Nuestro héroe era conocido como el guardián de nuestra ciudad, su protector y benefactor justiciero. Popularmente la gente empezó a conocerlo como el "Hombre Eterno", porque su poder, presencia e influencia positiva se vislumbraban eternas. Fueron décadas de trabajo incansable en pos de la justicia y la paz. Décadas en las que apenas descanso un solo día sin combatir a criminales y mafiosos de todo tipo, hasta legarnos una sociedad que era la envidia del mundo entero. Pero todo tiene un fin y nuestro héroe intuía que el suyo, como era natural, cada vez estaba más cerca.

Como todo héroe no nació con su capa bajo el brazo. Él nació en el seno de una familia humilde y trabajadora. Fue en su adolescencia cuando descubrió que aquella sensación que siempre había tenido, la de estar destinado a algo mayor que trascendía a cualquier cosa imaginable, era real. Fue entonces cuando de forma clandestina comenzó a ayudar enmascarado a los más necesitados y a combatir un crimen, que llegó a adueñarse de una ciudad prometedora. Su poder comprendido por una fuerza descomunal, una piel casi de acero y habilidades como las de volar y una gran velocidad, empezaban por fin a ver la luz y comenzar a ser controladas. Fue en esa época cuando un respetado Comisario de policía, debido a una gran casualidad, descubrió su secreto y decidió confiar en él, prometiendo guardarlo y ayudarle a convertirse en el sueño y la esperanza de una gente cada vez más castigada. Con su ayuda consiguió, realmente con poca cosa, darle herramientas y una nueva identidad que resguardara la suya auténtica y a sus más allegados, aunque aquello significara romper con todo su pasado, muriendo a ojos de todos aquellos que lo quisieron alguna vez.

Hoy nuestra ciudad es una ciudad fuerte, orgullosa y segura donde su ciudadano más eterno, parece haber perdido esa luz que antaño deslumbró a millones. Hoy el "Hombre Eterno" es una sombra de lo que fue. Ante la ausencia de criminalidad, hace tiempo que ya no sale en misiones especiales contra bandas peligrosas, el mismo hace unas décadas instruyó personalmente a los cuerpos de policía de la ciudad, para hacerlos lo más eficientes posibles y poder valerse por si solos. Hoy nuestro entonces poderoso protector, patrulla en silencio, casi en las sombras, lejos de las miradas de unas generaciones que ya apenas ni lo recuerdan, tan solo despertando cierta añoranza en los más ancianos del lugar.

Su influencia política también disminuyó hace tiempo, permitiendo que nuevas formas de pensar arraigaran en la sociedad. Opiniones que lo consideraban un estorbo, un lastre en la época que vivía la ciudad. De hecho el comisario, gran valedor de nuestro Héroe, consiguió hace años que la ciudad pagara simbólicamente un sueldo al gran Héroe, porque todo héroe vive una vida oculta tras la máscara, una vida anónima que debe poder mantener dignamente. De hecho, por ese motivo quiso que pudiera tener el día de mañana un futuro y, ¿quién sabe si formar una familia?. Pero su devoción a la justicia lo mantuvo lejos de lo que también era lo importante, su propia vida, invirtiendo gran parte de su dinero en quién más lo necesitaba, porque él sentía esa necesidad. No hacía aquello por dinero, jamás pidió un céntimo a las personas que día a día protegía, por ello siempre se sentía de alguna manera en deuda con todas ellas.

Una fría y lluviosa noche de invierno, nuestro Héroe se citó de forma secreta como era costumbre en la azotea de un edificio de la ciudad, con el ya viejo Comisario. Esa noche tocaba que el Comisario le entregara un sombre con el dinero que la ciudad le destinaba, una cantidad modesta, apenas simbólica. Pero aquella noche nuestro Héroe enmascarado no vio aparecer a su viejo amigo y si a una mujer de pelo castaño, abrigo alargado negro, gafas de pasta y el pelo recogido que sostenía un paraguas que la protegía del aguacero que caía:

- ¿Que significa esto? ¿Donde está el comisario?

- Siento comunicártelo yo Eterno, pero el Comisario... ha muerto.


CAPÍTULO 2: EL HÉROE DEPUESTO.



Aquellas palabras significaron un mazazo enorme en el corazón de nuestro Héroe. Su amigo y confidente, desde que todo aquello empezó hace ya unas décadas, había fallecido, dejándole completamente solo en un mundo cada vez más extraño para él. Aunque una sensación le invadía por completo, la de que no había sido capaz de estar a su lado en sus últimos momentos.


- ¿Y tú que pintas en todo esto? ¿Acaso eres la portadora de malas noticias?
- Soy la nueva Comisaria, bueno... al menos eso es lo que seré. En unas horas se hará pública la muerte del Comisario y quién le sustituirá. Pero he creído que era lo correcto que te informase yo, antes de que te enteraras de todo por los medios.
- ¿Como sucedió?
- Lo encontraron en su cama. Murió tras sufrir un largo cancer.
- ¿Cancer? Nunca me dijo que estuviera enfermo.
- Encontramos una carta dirigida a ti. Siento que esté abierta, pero tuvimos que hacerlo...

En esa carta el Comisario dirigía palabras tiernas a nuestro Héroe, como si un padre hablara por última vez a su hijo. En ella le explicaba que hacía ya algún tiempo que había decidido ocultarle su enfermedad, para evitar preocuparle y distraerle. También le advertía de que a partir de entonces, debía ser capaz de afrontar una situación difícil y complicada, pues la ciudad que conocieron una vez había cambiado y, con ello, se avecinaban cambios que debía entender y saber acatar aplicando la razón por encima de todo, para terminar despidiéndose por el orgullo que había significado haberle conocido.

Bajando la cabeza, mientras agarraba con fuerza la carta, las gotas de lluvia disimulaban las lágrimas que empezaban a deslizarse por sus ojos.

- Eterno, antes de marcharme, tengo una noticia que darte... En los próximos días los políticos de esta ciudad someterán a votación la idea de anunciar que la ciudad deja de depender de ti, cortando de raíz cualquier colaboración que puedas mantener entre alcaldía y fuerzas policiales, incluyendo también tú paga, a la que ya no podrás acceder... Lo siento Eterno...

La ciudad daba la espalda finalmente a su Héroe. Era evidente que la muerte del Comisario precipitaba todo aquello y, pese a que en el fondo sabía que alguna vez podría llegar, confiaba en que sus años de devoción y entrega sin condiciones, valiera para que llegado el día pudiera él mismo retirarse dignamente.

- Por último, mañana se velará el cuerpo y pasado será su funeral, si quieres acudir eres libre de hacerlo. Supongo que al Comisario le hubiera gustado.

Y entonces la nueva Comisaría de policía se dio la vuelta y se perdió entre la oscuridad de unas escaleras que bajan por el interior del edificio.

Al día siguiente ya sin la máscara y sentado frente al televisor de su pequeño apartamento, sigue el velatorio y funeral de su amigo, así como todas las noticias que se van sucediendo alrededor de su persona como Héroe caído. Contempla abatido como la ciudad por la que tanto sacrificó se ríe de él, ridiculizándolo sin compasión. Hasta que llega el día en el que la política habla, dirigiéndole palabras duras que ponen en seria duda la legalidad de "mantener" a un enmascarado que no tiene número de la seguridad social, ni cotiza y ni tiene tipo alguno de identificación. Se le exige que de la cara a la vez que renuncie a su condición de Héroe protector y devuelva con intereses lo invertido "indebidamente" en él.

De forma inesperada nuestro Héroe hace aparición en ese debate, en mitad de reacciones de sorpresa de algunos y abucheos de otros. Se dirige al alcalde y pide solemnemente la palabra, no se le veía hacer aquello desde los tiempos más oscuros de la ciudad.

- Señorías. Vengo hoy hasta aquí tras años sin necesidad para ello, para transmitirles algo importante. Un día juré velar por los intereses de mis conciudadanos y de protegerles con mi vida si eso fuera necesario. Por lo que en vista del resultado habido en contra mía, les informo que a partir de hoy mismo, doy un paso al lado y desapareceré de sus vidas, acatando la voluntad del pueblo.

Ante las numerosas caras de asombro que no le esperaban, nuestro Héroe se retira con la cabeza alta pero el corazón destrozado en mil pedazos, para no volver jamás.


CAPÍTULO 3: Una nueva amenaza.



Han pasado ya dos años y nuestro antiguo héroe deambula por las calles de una ciudad lejana buscando empleo. Bajo su identidad de civil, vive al día con lo poco que conseguía haciendo pequeños trabajos. Su nuevo apartamento es si cabe más pequeño de lo que lo fue el antiguo. Rodeado de penumbra despierta cada mañana con el frío como su único compañero en los días de invierno, además del hambre y una constante amenaza de desahucio. Quienes se lo cruzan por la calle ni imaginan que están ante un hombre que una vez fue un auténtico héroe. Los meses de soledad y abandono han hecho mella en su aspecto, que dista mucho de lo que llegó a ser. El hombre Eterno es hoy una sombra de lo que fue.

Medio dormido recostado en un viejo sofá de su apartamento, se despierta sobresaltado al escuchar aporrear la puerta. Se levanta con dificultades y algo desorientado, camina hasta la puerta y al abrir su cara cambia a una mueca de perplejidad. Delante de él se encuentra a aquella Comisaria novata de su ciudad natal, aquella ciudad que tuvo que abandonar hace años casi exiliado.

- ¿Que?... ¿Co... como demonios me has encontrado?
- No fue fácil, pero lo conseguí y he venido porque necesito tú ayuda, de hecho, la ciudad entera y posiblemente el mundo te necesite de nuevo Eterno.
- Mm... su gente, a través de sus políticos habló... y ya no me querían... por eso me tuve que marchar. ¿Acaso no lo recuerdas?
- Lo sé Eterno y no hay cosa que me haya dolido más. Si hubiera podido hacer algo, ten por seguro que lo hubiera hecho, pero aquello sucedió y no podemos evitarlo. Ahora todo a cambiado y una nueva amenaza se cierne sobre todos.

La cara de la Comisaria desprendía un aire de preocupación.

- Sois autosuficientes, lo sé porque adiestré bien a tú policía. Es más fue uno de los motivos por los que me disteis la espalda y por los que, por responsabilidad, acepté y di un paso a un costado desapareciendo de vuestras vidas.
- Veo que en estos años has estado demasiado desconectado del mundo. Si me dejas entrar te pondré al día y podrás entender mi desesperación y lo que me juego viniendo hasta aquí.

La Comisaria puso la mano en el marco de la puerta, demostrando que tenía la intención de resistirse antes que marcharse con las manos vacías. Entonces nuestro Héroe bajó la mirada y abrió de par en par la puerta, dejando entrar a la Comisaria. Sentía que debía confiar en ella, sin ir más lejos, el antiguo Comisario, su gran amigo durante tantos años, confió en ella antes de morir permitiéndole encontrarlo tras su muerte, por lo que aquello bien le valía una oportunidad. Los dos se sentaron y entonces ella le explicó la situación.

Hacía tan solo un año que habían empezado a investigar una serie de sucesos y muertes extrañas. Hubo quien sospechó de que él hubiera vuelto para seguir impartiendo justicia por su cuenta, aunque la realidad fue más sorprendente. Un joven de unos algo más de veinte tantos años estaba tras todo aquello, un joven que demostraba poseer los mismos poderes que Eterno, aunque parecía comportarse completamente diferente. Movido por una rabia que no terminaban de entender, asesinaba tanto a criminales, policías, políticos y cualquiera que pudiera entrometerse en su camino. Su descontrol fue tan en aumento que la ciudad vivía casi sitiada por este villano y es que, una cosa es combatir el crimen y otra es combatir contra un Villano con el mismo don que Eterno.

Tras aquello la Comisaria se levantó en dirección a la puerta, pero antes de abrirla para marcharse, giró ligeramente la cabeza para dirigirse a Eterno por última vez.

- Aunque no lo reconozcan, esta ciudad está en deuda contigo. Entenderé que no quieras volver, pero recuerda por lo que siempre has luchado...

Nuestro Héroe se quedó sentado sobre su sofá, con el rostro pensativo y mirando hacía el cajón de una cómoda donde guardaba con nostalgia su máscara, y así se mantuvo durante un buen rato. En su interior se debatían una cascada de sentimientos difíciles de gestionar. La decisión final requería de un tiempo... un tiempo, del que la ciudad no parecía disponer.


CAPÍTULO 4: Se avecina tormenta.


Sobre la ciudad cae una leve lluvia que empapa sus calles. El cielo de un oscuro gris avecina lo peor. En la gran plaza central, rodeada de una explanada arbolada, se encuentra el palacio del Ayuntamiento donde el alcalde y las personas de su ejecutivo están refugiadas. En la entrada un fuerte dispositivo policial custodia su entrada. Entre los policías se puede ver a la Comisaria de policía que, igual que a todos sus hombres y mujeres allí presentes, le invade poco a poco el pesimismo y el miedo. A distancia, frente a ellos una legión de criminales de la peor calaña huidos de la cárcel de máxima seguridad, zarandeando los brazos y profiriendo cánticos propios de guerra. Liderando a la turba hay un chico de camiseta blanca, pantalones deportivos negros, pelo alborotado y una especie de capa hecha jirones de un color rojizo ondeando al viento. Es ese inédito Villano al que todos y todas temen y que durante días, ha mantenido en vilo a las gentes de esta ciudad. Mirando al frente, con una sonrisa sádica y despiadada se dispone a hablar a las personalidades que en aquel palacio se refugian.

- ¡La hora ha llegado! Debéis decidir. ¿Vivir bajo mi protección, sirviéndome como vuestro Dios o morir bajo mi yugo? ¡Exijo una respuesta ya! O lo único que quedará de esta podrida ciudad serán ¡sus cenizas!

A esas palabras les acompañan los gritos de aquellos salvajes que vitoreaban a quién les había liberado. De mientras, unos pocos traen ante él al líder de la oposición política, aquel que durante semanas alentó, hace ya unos años, a sus conciudadanos escupir sobre la imagen de su Héroe. Maniatado y ahora arrodillado, pide clemencia mientras lloriquea como un niño abandonado a su suerte.

- ¡Para terminar de convenceros, aquí una muestra de lo que os espera si no me entregáis YA, la ciudad!

Y entonces aquel Villano agarró la cabeza del hombre con sus dos manos y con un movimiento fuerte y seco, se la arrancó de cuajo tras girarla casi 180 grados. El eco del desgarrar de su piel y el romper de sus huesos se escucharon perfectamente en ese momento de silencio, estremeciendo a todos los allí presentes mientras la turba se encendía aún más. El suelo estaba encharcado de sangre, el cuerpo descabezado yacía inerte en el suelo y su cabeza, lanzada con desprecio a los policías allí presentes que observaban aterrorizados todo aquello esperando el momento de su final.

En ese instante se escuchó un ligero silbido en el cielo que solo tapaban los incesantes gritos de aquellos criminales y, como literalmente caído del cielo, nuestro Héroe hizo presencia de forma épica. Su uniforme ceñido de héroe, de un color negro con tonos azules, brillaba como los mejores momentos, gracias al brillo de la constante agua que en aquel momento ya empezaba a caer y a los focos de la policía y cámaras de televisión que lo iluminaban.

- Vaya, vaya. ¿Quién lo iba a decir? ¡Eterno ha vuelto! La vieja gloria despechada y maltratada, vuelve para lamer los culos de esa gente, que le patearon el suyo.

La presencia de Eterno generó una calma tensa sobretodo entre la muchedumbre enfurecida y amenazante de criminales allí presentes, solo quebrada levemente por algún murmullo, tras aquellas palabras.

- Chaval, te has metido en un buen lío. A las afueras de la ciudad están preparados para entrar, con tanques incluidos, la Guardia Nacional y el ejército entero. Evitemos una masacre, ríndete y paga por tus crímenes.

Aquel joven Villano empezó a reírse a carcajadas, antes de contestar.

- ¡¿Entregarme yo?! Ya no hay vuelta atrás. ¿A caso piensas que me tratarían mejor que a ti? Ellos son el cáncer de esta sociedad y yo seré quién lo arranque con mis manos.
- ¿Que te han hecho para que merezcan tanto odio?
- Demasiado durante demasiado tiempo. Pero por fin entiendo cual es mi propósito y pienso cumplirlo, si fuera necesario, sobre tú cadáver. ¡Aparta o únete a mi!

En ese momento Eterno supo que llegaba la hora de enfrentarse por primera vez a alguien como él, sin saber en el fondo si sería capaz por primera vez en décadas de estar a la altura. Sin girar el cuerpo, tan solo levemente la cabeza, hizo un gesto con la mano para que se retiraran las fuerzas policiales tras de él, que rápidamente se apresuraron a entrar en el Ayuntamiento dirigidas por la Comisaria. La lucha entre el cielo y el infierno, entre la luz y la oscuridad estaba a punto de comenzar.


CAPÍTULO 5: El fin de una era.

En un instante quedaron Héroe y Villano solos frente a frente en aquel lugar abierto del centro de la ciudad. La lluvia caía incesante en mitad de un cielo casi negro y un aire molesto. Parecía que la tensión no dejaba de incrementar, como si de alguna manera se escanearan mutuamente buscando alguna debilidad a la que atacar primero, cuando todo se desencadenó. Como si estuviera empujado por el viento nuestro Héroe voló a gran velocidad contra aquel Villano, golpeando su cara con un golpe que retumbó en los alrededores. A partir de ahí los dos comenzaron a repartirse todo tipo de golpes violentos. A cada uno de ellos los cristales de los alrededores amenazaban con romperse. Nuestro Héroe se empleaba a fondo como nunca lo había hecho, ni necesitado, ya que jamás había tenido que afrontar tal amenaza. 

Con cada puño que golpeaba, cada patada que asestaba, todas sus articulaciones se resentían. Si, era un ser extraordinario, podríamos decir que casi era un semidiós con gran fuerza y habilidades, pero al fin y al cabo un hombre al borde de su retirada. En cambio su rival parecía encajar de forma diferente todos aquellos ataques. Cuando golpeaba parecía hacerlo con más fuerza que él, cuando los recibía parecía resistirlos mejor que él, no obstante era mucho más joven y su evidente rabia le llevaba a ser mucho más violento, pero también más precipitado en sus esfuerzos. El crujir de huesos de Eterno era preocupante cada vez que aquel Villano le golpeaba, era como si lo resquebrajara poco a poco y él eso lo sentía.

Ya llevaban un buen rato luchando ante la atenta y preocupada mirada del mundo. Eterno sangraba, no lo hacía desde que prácticamente era un niño. Aquel intenso y agudo dolor tampoco lo había experimentado desde hacía mucho tiempo. Todo aquello era nuevo y en su interior sabía que, tal vez, no le llegaba en su mejor momento. De repente hubo como un pequeño alto el fuego, como un respiro que sin ser pactado surgió porqué ninguno de los dos era capaz de seguir ese ritmo. Los dos respiraban aceleradamente, sus corazones trabajaban como si de una locomotora se tratara. Aquel Villano permanecía medio agachado con las manos en sus rodillas, escupiendo sangre y dientes, mientras tosía derramando más y más sangre, a la vez que su pecho no hacía más que expandirse hasta el extremo, como si el aire que inhalaba no fuera suficiente. Por su parte nuestro Héroe intentaba recuperar fuerzas con una rodilla en el suelo. Sangraba demasiado, tanto que tenía, por dentro de la máscara, la cara totalmente encharcada de rojo, algo que le impedía poder ver a través de ella. Se sentía incómodo, por lo que necesitaba hacer algo, así que ante el asombro del mundo se sacó la máscara y levantó la cara mirando al cielo, como buscando el alivio de la lluvia en su rostro. Sabía que aquello era arriesgado y que posiblemente marcaría el resto de su existencia, si lograba salir de aquella, pero necesitaba aliviar esa molestia que le impedía seguir combatiendo de tú a tú. Los dos tenían a esas alturas las caras desfiguradas de la fuerza de cada golpe. Eso y la sangre que no dejaba de brotar de todas las heridas abiertas en cabeza y cara, le permitía a nuestro Héroe seguir ocultando su verdadera identidad.

- No esperaba que un viejo oxidado pudiera resistir tanto... tienes mis respetos Eterno, pero acabaré contigo y luego con esta maldita y asquerosa ciudad. ¡LO JURO!
- Mientras siga respirando, seguiré impidiéndotelo. Pero... te doy una última oportunidad, redímete de tus pecados... y entrégate. Me comprometo a ayudarte... y... mostrarte cómo utilizar ese don que tienes, para algo bueno...
- ¡CALLA! ¡Me lo quitaron todo!... y a todos... ¡NO ME QUEDA NADA Y ESO ES POR CULPA DE ESTA MALDITA CIUDAD!

Aquel Villano tenía los ojos literalmente inyectados en sangre mientras gritaba a Eterno. Ahí es donde nuestro Héroe comprendió que no podría recuperar a aquel chico, que en algún momento de su vida se había perdido por completo, por lo que debía terminar de una vez por todas con aquella situación. La suerte pareció querer aliarse con nuestro Héroe en ese preciso instante, pues un rayo, bastante cercano, iluminó todo el lugar cegando al Villano. Aquello lo aprovechó en cuestión de segundos Eterno para reunir todas las fuerzas posibles que le quedaban y lanzarse contra él, asestándole un golpe brutal y mortal en mitad del cuello. El momento del golpe fue acompañado por el terrible estruendo del trueno que seguía al rayo, le había fracturado ese pequeño hueso del cuello y entonces aquel Villano empezó a debatirse entre la vida y la muerte. Tumbado boca arriba en el suelo se ahogaba debido a esa fractura y el agua y la sangre que se le empezaban a acumular en su boca. Eterno, con gran dificultad y la sangre de su cuerpo filtrándose por su traje, se acercó a él postrando una rodilla en el suelo mientras contemplaba esa angustiosa escena.

- Lo siento... jamás deseé algo así. Espero que sepas perdonar.

Y entonces con un golpe brutal en pleno cráneo, lo reventó por completo, acabando definitivamente con la vida de ese Villano.

La lluvia no dejaba de caer, solo se escuchaban las gotas golpear contra el suelo. Y allí estaba nuestro Héroe, inmóvil al lado de ese cuerpo que ahora tapaban los harapos que fueron esa improvisada capa, de alguna manera velándolo solemnemente. La puerta del palacio del Ayuntamiento se abrió de par en par y de ella salió la Comisaria corriendo directa hacia Eterno.

- ¡Eterno!, ¿estás bien?
- No quiero que nadie toque este cuerpo. Yo mismo me encargaré de darle un entierro digno, allí donde jamás pueda ser molestado. Si tiene familia, darles apoyo si fuera necesario.
- De... de acuerdo. ¿Que hay de ti?
- ¿De mi? Volví cuando más me habéis necesitado y volveré a marcharme. Esta ciudad a vivido demasiado tiempo acomodada bajo mi protección. Eso debe cambiar.
- Pero ¿a donde irás?
- Confío en ti, igual que hice en su momento con el Comisario. Solo necesito una nueva identidad y solo tú la conocerás. Voy a retomar una vida que abandoné una vez... tal vez sea tarde, pero ahora entiendo que lo necesito.
- ¿Que pasará si te volvemos a necesitar?
- Cuando de verdad me necesitéis allí estaré. Cuando otro como yo vuelva para haceros daño, allí estaré, pero ahora más que nunca se que no soy eterno... debéis aprender a cuidaros, luchar por vuestra cuenta y a ser mejores cada día, pues lo contrario resulta en esto...

La policía empezaba a agolparse alrededor de Eterno y la Comisaria, que ordenaba a sus hombres y mujeres que no movieran un pelo contra el Héroe. Eterno se enfundó de nuevo su maltrecha máscara y se cargó el cuerpo de ese chico al hombro, para salir disparado hacía las nubes grises desapareciendo entre ellas.

A día de hoy nadie conoce que se hizo de su entonces gran Héroe. Las cosas han cambiado un poco, pero el peligro de volver a caer en los mismos errores sigue existiendo. La Comisaria, único enlace vivo con Eterno, gana una influencia mayor y crea una agencia con la que poder detectar nuevas personas extraordinarias y ayudarlas, si fuera el caso, a tomar el camino correcto. No es fácil y por el momento no hay resultados, pero puede que este momento de la historia sea uno de esos en los que vayamos a convivir con varios Héroes... o Villanos y para eso, es posible que nunca estemos preparados.

FIN.

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