El síndrome que te convertiría en un Zombie.

El mito del Zombie o muerto viviente no es nuevo y hay historias y leyendas arraigadas en muchas culturas, que hablan sobre estos seres aterradores. Tal vez la más conocida sea la que tiene que ver con los rituales vudú Haitianos. Aquellos rituales capaces, según dicen, de levantar de sus tumbas a los muertos y que, por otra parte, es la inspiración del origen del cinematográfico del Zombie que conocemos hoy en día. Pero la gran pregunta, en principio algo loca, que muchos se han hecho durante décadas es, si esos Zombies hambrientos de carne podrían ser reales. Hace unos pocos años, científicos de Harvard se pusieron manos a la obra para investigar al respecto y sus conclusiones, publicadas allá por 2016, dieron con los motivos que nos podrían convertir en auténticos Zombies.


Si hay alguna posibilidad de que pudiéramos actuar como los Zombies que conocemos de las series y películas de terror, sería tras verse dañado nuestro lóbulo frontal del cerebro. El lóbulo frontal es un sector de nuestra corteza cerebral que, a su vez, tiene seis lóbulos principales por cada hemisferio y, de hecho, tan solo está presente en los animales vertebrados. En resumidas cuentas, la función de los lóbulos frontales es la de tomar la información de todas las demás partes del cerebro y coordinarlas para trabajar conjuntamente. Gracias a los lóbulos frontales podemos dirigir nuestras conductas hacia un fin y comprender la atención, planificación, secuenciación y reorientación sobre nuestros actos. Los lóbulos frontales, también tienen una importante implicación en los aspectos de motivación y conducta de cada uno de nosotros, por lo que de verse dañados, pueden provocar graves problemas sociales y de conducta.


Al tener dañado nuestro lóbulo frontal, también tendríamos dañadas nuestras neuronas espejo, que son aquellas con las que el propio individuo, refleja el comportamiento del otro. Estas neuronas nos permiten tener una vida social en la que empaticemos con el otro e, incluso, podamos imitar comportamientos.

De encontrarnos ante un daño de este calibre, en el que el lóbulo frontal estuviera completamente fuera de servicio, el mando en nuestro cerebro lo asumiría la amígdala y la corteza cingulada. La corteza cingulada, representa un papel muy importante en nuestro cerebro, pues funciona como puente conectando estructuras que nos equiparan al resto de animales y a las que nos otorgan la capacidad de planificar, razonar, etc. 


Por su parte, la amígdala es clave en la función de integrar las emociones con los patrones de respuesta correspondientes a estas, siendo muy relevante en la valoración del significado emocional de las experiencias


De esta forma, nuestro comportamiento pasaría a ser altamente primitivo, violento e imprevisible. A primera vista no daríamos la impresión de tener problema alguno, pero podríamos estallar frente a cualquiera siguiendo nuestros instintos más básicos y animales, sin capacidad de distinguir entre bien ni mal, ni ser capaces de sentir emociones como el dolor o el miedo, ni ser conscientes sobre las consecuencias de nuestros actos. A todo esto se le llamó “Síndrome de la Deficiencia Atáxica Neurodegenerativa”. 

Está claro que el “Síndrome de la Deficiencia Atáxica Neurodegenerativa” nos acercaría al comportamiento de un Zombie, pero sería imposible que nos despertara de la muerte, ahí sí que, por el momento, entraríamos en el campo de la más pura fantasía, pese a que existan historias sobre experimentos en los que se asegura que se logró recuperar a sujetos de la muerte por segundos

Este síndrome tendría que ver con una lesión o fallo concreto de una zona importante de nuestro cerebro, que nos llevaría a comportarnos de forma errática, violenta, desorientada, anárquica y puramente instintiva, algo que podría explicar, por ejemplo, ese afán por morder y “cazar” para comer carne humana o de cualquier otro animal vivo, además de otros comportamientos antisociales. Por el momento el “Síndrome de la Deficiencia Atáxica Neurodegenerativa” es tan solo una teoría, aunque ¿quién sabe si no podría llegar a ser real?.

Comentarios

  1. Quizá no como nos han contado, perrro desde hace un año... ¿quién podría negar que un virus no hiciera algo parecido?

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